La fe nos eleva sobre el mundo, nos lleva hacia un nivel de intereses más elevado

RN 23.04.2024. Inspirado en la lectura del Evangelio de Juan 20:19-31, el P. José Fuentes Cano, Rector Nacional de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, nos invita a seguir viviendo este tiempo pascual como firmes testigos de que Cristo ha vencido a la muerte y nos trae una vida nueva que tiene su fundamento en nuestra fe.

Texto completo mensaje N° 3

La fe nos eleva sobre el mundo, nos lleva hacia un nivel de intereses más elevado

 Evangelio de Juan 20:19-31

19Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»20Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.21Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»22Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.23A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»24Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»25Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»26Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.»27Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.»28Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»29Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»30Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro.31Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

  1. Qué diferente la vida de quien cree en Cristo resucitado y quien no cree. La Palabra de Dios este Domingo de la misericordia ilustra esta diferencia en forma magistral.

Para los creyentes en Cristo comienza una nueva vida: la vida comunitaria. “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos”. Hechos de los Apóstoles.

Así vivían los creyentes en Cristo, en común, en amor, en solidaridad. Ponían en común lo que tenían, sus bienes, su dinero y se querían. Habían superado la ambición, la envidia, el chisme, las diferencias entre ellos. Una nueva vida.

  1. “El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios…el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe”. 1 Juan

El que está en el mundo, metido en los intereses mundanos no cree porque no ha vencido al mundo. La fe nos eleva sobre el mundo, nos lleva hacia un nivel de intereses más elevado.

Quien está metido en el afán de dinero, en la envidia, en la competencia, en el soy mejor que tú, soy más que tú, en el interés por el placer sexual, en la pornografía, en el alcohol… no cree todavía y no ha vencido al mundo. Los bautizados tenemos el Espíritu de Cristo para elevarnos sobre el mundo, pero hay que recibirlo y darse cuenta de su presencia.

  1. Los apóstoles, antes de aparecerse Jesús en medio de ellos. ¿Cómo estaban? Estaban con las puertas cerradas, muertos de miedo, llenos de escrúpulos por haber abandonado a Jesús, culpándose unos a otros, con vergüenza por su pecado, por su abandono, Pedro por su negación. Estaban llenos de amargura y mirando al pasado y deprimidos y sin ánimos para misión alguna.

Tomás estaba cerrado, metido en sus intereses, sin dar crédito a la Palabra de sus hermanos. Cerrado a la fe, confiando solo en las certezas: solo si veo y si toco. En aquel grupo no había amor, solo había rabia, culpabilidad propia y ajena, desánimo, violencia interior, fracaso y enojo.

  1. Cuando caminamos sin fe en Cristo, sin conciencia de su resurrección, de que Él vive, nuestra situación interior es de soledad. Cuando no creemos estamos solos con nuestras propias fuerzas. Todo depende de nosotros.

 

Comunicación Rectorado Nacional