- Felicidades a todos los que forman esta gran familia de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” en sus seis sedes en Bolivia. ¡Feliz aniversario a todos los que construyen, cada día, con su trabajo académico o administrativo, esta querida obra de los Obispos de Bolivia en su afán de servir al progreso del país! Felicidades a nuestros obispos, porque la U.C.B. es su universidad y hoy está de fiesta.
Agradezco, al mismo tiempo, a los Sres. Obispos de la Conferencia Episcopal de Bolivia, representados por nuestro Gran Canciller, Mons. Ricardo Centellas, Arzobispo de Sucre, por la reciente renovación de mi servicio como Rector Nacional de esta querida universidad. Su confianza, para mí, es un mandato de trabajo diario, de cuidado, de liderazgo junto a cada uno de ustedes, para continuar lo que se comenzó hace 59 años, seguir logrando sus objetivos al servicio de los jóvenes de Bolivia y colocarla en el lugar de excelencia que le corresponde.
Agradezco a cada uno de ustedes: autoridades, docentes, personal administrativo de la Universidad, por su trabajo. De muchos de ustedes, es un trabajo continuo e incansable para lograr metas en este camino de construcción institucional. Hay que alabar el amor a la Universidad que muchos tienen y demuestran cada día.
Gracias al equipo de autoridades nacionales que me ha acompañado este tiempo: a la Vicerrectora Académica Nacional y al Vicerrector Administrativo Financiero, así como al Secretario General y a los Administradores Nacionales. Es un equipo que ha trabajado mucho en todo este tiempo. ¡Gracias, querido equipo! A los Rectores de cada sede, a las Juntas de Sede y a la Junta Nacional les agradezco el trabajo compartido y toda la pasión y dedicación que han puesto en la Universidad. Gracias a todos.
Gracias a nuestros estudiantes, que nos han elegido y que son la razón de ser de todo el trabajo universitario. Por ellos hacemos lo que hacemos; por ellos trabajamos y nos esforzamos en la Universidad.
También agradezco a mi Comunidad Misionera de Cristo Pastor, a mis hermanos, y a mi Comunidad de Salesianas Misioneras, que me acompañan y animan en este servicio eclesial.
Gracias al Sr. Obispo de El Alto, Mons. Giovani Arana, que me permite también estar al servicio de esta apasionante obra de Iglesia que es la Universidad.
2. El informe de gestión 2021-2025 que he elaborado y presentado a todos lleva por título: “Una universidad con rostro de Iglesia”. Creo que ha sido la característica fundamental de esta gestión: dar a la universidad rostro y visión de Iglesia. Unir Universidad e Iglesia. Ser una universidad con el apellido de “católica” no es motivo de vergüenza, sino implica asumir como tarea principal el diálogo entre fe y ciencia.
La ciencia experimental, con su característica de ser verificable, es una contribución imprescindible a la búsqueda de la verdad. Por su método y capacidad de demostración, no es un camino optativo, sino obligatorio para todos. La ciencia empírica ha contribuido al progreso de la humanidad y nos ha llevado al momento de mayor avance científico de la historia.
Pero la ciencia, por su propio método, es limitada para responder a las grandes preguntas humanas. Aunque no podamos demostrar las respuestas, jamás dejamos de hacernos las preguntas: ¿por qué existe cuanto existe?, ¿por qué hay algo y no nada?, ¿para qué estamos aquí?, ¿tiene sentido la vida?, ¿por qué existe el mal?, ¿por qué deseamos tanto y todo nos deja vacíos?, ¿por qué la sed de eternidad?, ¿por qué nos resistimos a aceptar la nada tras la muerte?, ¿podemos esperar algo después de esta vida?, ¿existe Dios?
Estas preguntas existen en todo ser humano. Negarse a hacerlas no nos hace más humanos, todo lo contrario. Pero la ciencia no nos ayudará a resolverlas, porque su método, aunque apto para encontrar verdades seguras, nos ofrece solo verdades parciales, del mundo material. Para llegar a la verdad completa, hace falta la fe. La fe es un salto de confianza, una apuesta de vida. Es la respuesta que han ofrecido las religiones; en nuestro caso, la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, que murió, resucitó y nos prometió vida eterna.
¿Cómo no vamos a estar orgullosos de ser parte de una Universidad Católica si accedemos a la verdad completa a través de la fe? ¿Cómo no estar orgullosos de formar parte de una tradición que dio origen a los derechos humanos y a la institución universitaria misma?
Como bolivianos, ¿cómo no sentir orgullo de que la primera universidad del país, hace 400 años, fue fundada por la Iglesia y lleve el nombre de un santo: San Francisco Javier?
¿Cómo no alegrarnos de pertenecer a una Iglesia que, en el reciente Cónclave, ha sabido escuchar al Espíritu Santo por encima de intereses personales y nos ha dado como Papa a León XIV?
Los animo a investigar el aporte de la Iglesia a Bolivia en estos 200 años de vida independiente. Cuando se busca la verdad con rigor científico —y no con falsedades ideológicas—, la verdad se revela distinta a lo que muchas veces se nos dice.
Ser Universidad Católica no es un adjetivo para ocultar, sino una identidad para vivir con orgullo. Desde 2023, hemos sido erigidos por la Santa Sede como parte de una gran familia de universidades al servicio del Santo Padre —entonces el Papa Francisco—, a quien recordamos y por quien oramos para que el Señor lo tenga en la vida eterna.
Nuestros estudiantes deben ser pensadores, no solo técnicos. Por eso hemos fortalecido nuestras materias de pensamiento crítico, epistemología y ética profesional.
- Hemos logrado mucho. Sabemos hacia dónde vamos, con nuestro Modelo Institucional, y sabemos cómo llegar, con el Plan de Desarrollo Universitario que acabamos de evaluar y cuyos objetivos debemos asumir como propios, todos.
Actualmente estamos en el tercer lugar del ranking Webometrics.com entre las universidades de Bolivia, y somos la primera entre las privadas. Con la ayuda de todos, seguiremos buscando el lugar que nos corresponde: el primero del país.
Hemos crecido en número de sedes —ya somos seis—. Saludamos especialmente a las sedes de Sucre y Oruro, que por primera vez celebran el aniversario junto a toda la comunidad universitaria. Y vamos a seguir creciendo, porque la Universidad Católica, con rostro de Iglesia, quiere llevar oportunidades a todos, en toda Bolivia.
Tenemos más carreras, muchas de ellas con una orientación solidaria y social, como nos lo piden nuestros jóvenes estudiantes que quieren formarse en medicina, enfermería, fisioterapia, nutrición y dietética, farmacia, ciencias de la salud… Son jóvenes solidarios, que desean ayudar a los demás y cuidar al pueblo boliviano. Nosotros tenemos que escuchar esa vocación y responder a ella.
También hemos incrementado nuestra población estudiantil, gracias a esta expansión y al aumento de becas y descuentos que nos hacen una universidad con mayor preocupación social. Hoy estamos en el momento histórico con más estudiantes que nunca en la Católica de Bolivia: casi 15.000 en pregrado, y más de 23.000 si sumamos posgrado y UPPAEs.
Tenemos que incentivar más la investigación científica en la Universidad. Necesitamos estimular la innovación, la creación de conocimiento, para el progreso del pueblo boliviano.
Hay que agradecer al proyecto CREA, a las universidades flamencas, por los frutos de años de colaboración y su servicio al país. También a ANIDI, la Administración Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación, que ha creado institutos y observatorios, como el ONRES (Observatorio Nacional de la Realidad Económica y Social), tan necesario en este momento. Este y otros espacios deben contribuir a diagnosticar y sanar las enfermedades sociales y económicas de Bolivia, desde un enfoque científico, no ideológico.
También debemos visibilizar más lo que hacemos y caminar junto a otros, junto al mundo que investiga. Por eso celebro nuestra reciente inclusión en el sistema UCB–CRIS Dialnet, de la Universidad de La Rioja, a quien agradezco por habernos incorporado a su red. Investigamos más de lo que visibilizamos, y esto nos permite proyectarnos.
Además, somos una universidad con una amplia red de relaciones internacionales, programas de doble titulación, intercambio estudiantil y formación doctoral, tanto en nuestra Escuela Doctoral como en convenio con otras universidades de América Latina y el mundo.
La Fundación San Pablo, que ya está empezando a abrir tiendas con productos útiles para la vida universitaria, nos ayudará a diversificar ingresos, de modo que podamos sostener la investigación y las becas para nuestros estudiantes. La Fundación debe ser un estímulo a la creatividad de todos, para que nuestras potencialidades se desarrollen y nos ayuden a crecer más y mejor.
Somos la universidad que más títulos otorga en Bolivia. Y esto no se debe a que sea más fácil titularse aquí, sino a que cumplimos lo que prometemos. No somos una universidad que pone facilidades para ingresar y luego encarece todo al final, sino una universidad donde lo que se paga vale la pena, porque se recibe formación desde el inicio hasta el final, y lo más importante: se recibe la vocación, la entrega y el compromiso de nuestros docentes.
Con ellos tenemos el compromiso de construir el régimen docente, un anhelo largamente esperado, que va a ser realidad. Debemos garantizar un trato justo para todos. También tenemos el compromiso de integrar más a los docentes de tiempo horario, para que se sientan parte de esta gran familia universitaria.
Tampoco debemos olvidar al personal administrativo, a quien debemos la claridad de nuestros procesos. Necesitamos avanzar hacia un régimen administrativo, para lograr relaciones laborales dignas y adecuadas, además de seguir simplificando procedimientos, para que —sin dejar de ser transparentes— logremos mayor eficacia.
4. Debemos lograr que, para nuestros estudiantes, venir a la Universidad Católica no sea solo una experiencia de esfuerzo y dedicación al estudio, sino también una experiencia humana integral y extraordinaria.
Que encuentren espacios para el desarrollo artístico: música, artes plásticas, danza, talentos manuales, cultura en diversas disciplinas… También para el deporte, que debemos impulsar no solo en su dimensión competitiva, sino como formación integral.
Debemos fomentar las relaciones humanas, la solidaridad y el servicio social. Por ello, el nuevo reglamento de interacción social promueve que todos los estudiantes realicen al menos 40 horas de servicio social, fomentando el contacto con la sociedad en toda su variedad: desde oportunidades de servicio hasta posibles inserciones laborales. El empleo no se logra sin movimiento, sin salir al mundo, sin relacionarse. Y esa relación debe orientarse también a los miles de proyectos sociales que impulsan parroquias, congregaciones religiosas y la Iglesia en general. Es necesario desarrollar el espíritu de servicio.
Estudiar en la Católica debe ser la mejor experiencia humana posible. Que nadie se arrepienta de haber elegido nuestra universidad, sino que su vida universitaria esté a la altura de lo que necesita como persona y profesional.
En este camino, agradezco el trabajo de la Pastoral Universitaria en nuestras diferentes sedes. Es un servicio muy valioso para muchos jóvenes y también para algunos docentes. Recuerdo con gratitud al P. Fernando Cabrero, de la sede Santa Cruz, quien partió a la Casa del Padre el año pasado, después de haber sido un pastor incansable.
La pastoral también ha vivido transformaciones. Hoy, por ejemplo, en la sede Cochabamba tenemos como directora a una mujer, quien trabaja articuladamente con los sacerdotes capellanes de la pastoral. Este nuevo modelo de coordinación nos ha traído valiosas novedades.
Felicito a la Facultad de Teología, con la que cada vez trabajamos más unidos. La U.C.B. se beneficia enormemente de su presencia, ofertando la carrera civil de Teología Pastoral y tres maestrías civiles: en teología pastoral, misionología y teología espiritual. Además, supervisan la calidad académica de las materias de formación humano-cristiana.
Cada estudiante de la Universidad Católica debería, en mi opinión, recibir al momento de su inscripción una agenda amplia y variada de actividades de pastoral universitaria: charlas, debates, catequesis sacramental y no sacramental, acompañamiento personal, sacramento de la reconciliación, retiros espirituales, escuela de meditación, campamentos, cursos de primer anuncio del Evangelio (kerigma), voluntariado, entre otros.
Deberíamos participar como universidad en actividades diocesanas, integrándonos a ellas. Y las parroquias, congregaciones y movimientos deberían sentirse convocados a desarrollar actividades en y con la Universidad, en comunión con la pastoral universitaria.
La Universidad Católica debe ofrecer la mejor experiencia de formación humana, relaciones sanas, vivencia de valores y formación cristiana. Eso debería ser nuestra universidad, y hacia eso debemos seguir caminando.
5. Querida comunidad universitaria, tenemos por delante un periodo de cuatro años. En él celebraremos, el próximo año, 60 años de camino universitario, de logros y desafíos, de historia apasionante. Una historia construida por quienes nos precedieron y que hoy nos toca continuar a cada uno de nosotros.
Somos protagonistas de este momento. Se nos pide estar a la altura: construir universidad con ilusión, valorándonos mutuamente, facilitándonos el trabajo, dialogando, acogiendo las iniciativas, dejando atrás los juicios, el deseo de uniformidad, la falta de aceptación al diferente. Solo así lograremos que las ideas y el trabajo de todos colaboren a ese gran concierto sinfónico que debe ser nuestra institución: la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”.
Pido perdón por mis errores en estos cuatro años —que los hubo, y muchos—. Espero cometer menos ahora que conozco mejor la institución.
Uno de los grandes logros de nuestros nuevos estatutos ha sido la descentralización, con juntas de sede, con la participación de nuestros obispos en las decisiones, con un Consejo Nacional compuesto por todos los rectores y una participación amplia. Hay a quien le parece mucho y a quien le parece poco, pero el camino es el de caminar juntos, respetando la diversidad de nuestra universidad.
La pluralidad no es una pobreza ni debe dividirnos. Debemos vivirla como una riqueza, para caminar unidos como una universidad única y nacional, desde nuestra diversidad, como una universidad descentralizada.
Una universidad que sea imagen de la Trinidad, imagen y semejanza de Dios: un Dios que es diferente en cada una de sus personas, pero uno solo por el amor. Que la fuerza integradora de la Trinidad nos una frente a las fuerzas de dispersión del pecado.
Debemos respetar la identidad particular de cada sede, sin imposiciones, valorando las legítimas diferencias, pero orgullosos todos de ser parte de esta institución, que hoy celebra su quincuagésimo noveno aniversario: 59 años sirviendo al país.
Como Rector Nacional de esta prestigiosa institución, espero ser el buen director de orquesta que nuestra universidad necesita. Y en lo que me equivoque, espero que me lo digan.
Gracias, gracias a todos.
Dios les bendiga.
P. José Fuentes Cano
Rector Nacional de la U.C.B.